El tabaco es el aliado de una amplia variedad de enfermedades, un enemigo común para la salud bucal y respiratoria.
En muchas de estas enfermedades es considerado un factor de riesgo
adicional, mientras que en otras se sitúa como el elemento principal
desencadenante y/o agravante de las mismas.
Enfermedades de las
encías (como la periodontitis) y también enfermedades respiratorias
(como la EPOC o la bronquitis) comparten este factor de riesgo y, por
eso, los especialistas subrayan que evitar fumar es la primera
medida que debe tomarse para prevenir tanto la neumonía como la
bronquitis, así como para asegurar una buena salud bucodental.
Lo que el humo esconde
El humo del tabaco esconde mucho
secretos y demasiados peligros para la salud. Esta capacidad adquiere
una especial dimensión en el ámbito bucodental, puesto que bajo la
apariencia de protección que tiene el fumador frente a las enfermedades
periodontales, se esconde un riesgo mayor de sufrir este tipo de
trastornos.
El daño que provoca el humo del tabaco en la salud
bucodental va más allá del clásico y conocido efecto de manchar los
dientes y la halitosis, sino que su verdadera y mayor amenaza es silenciosa y no se ve. El tabaquismo está estrechamente
relacionado con la enfermedad periodontal, provocando la pérdida de
piezas dentales y es, junto al alcohol, causante principal del cáncer
oral.
Los fumadores no sólo tienen tres veces más riesgo de
sufrir periodontitis y que ésta progrese más rápidamente, sino que en
estas personas se suelen retrasar mucho más el diagnóstico y, por tanto,
se posterga la puesta en marcha del tratamiento más oportuno para esta
enfermedad.
Además fumar tiene un influencia directa (y negativa) en
la respuesta al tratamiento de la enfermedad periodontal, siendo
también uno de los principales factores que se asocial al fracaso de la
terapia con implantes dentales.